(O COMO NO QUEDAR BAJO LA MESA)
¿Ha tenido usted, amable lector, alguna vez la sensación de ser invitado a una cena y quedar bajo la mesa? Ojala que no, pues se trataría de una situación muy incómoda y vergonzosa. Eso mismo parece estar ocurriendo cuando a los ciudadanos se nos llama a participar contribuyendo al desarrollo de nuestras comunidades, ya sea desde la acción política, como electores o como postulantes a algún cargo de elección popular, o como gestores del desarrollo económico o social en alguna labor comunitaria, empresarial o profesional.
Desde el ámbito político la situación descrita está siendo muy evidente, y de ello parecen estarse dando cuenta los jóvenes que al no inscribirse en los registros electorales y menos participando en partidos políticos, parecen decirnos que no están dispuestos a participar de una comedia en que el argumento y el libreto lo escribieron otros y lo que es más grave, los roles principales ya fueron asignados a los mismos de siempre. Eso es lo que está ocurriendo con el sistema binominal cada vez que nos toca participar de una elección, sea esta para elegir representantes al Parlamento o para elegir alcaldes y concejales, como ocurrirá en octubre del año próximo. Los partidos políticos ya están comenzando a barajar nombres de posibles candidatos, pero lo grave, para los vecinos y ciudadanos comunes y corrientes como cualquiera de nosotros, es que estos nombres serán decididos por las dirigencias de los partidos políticos en Santiago, a lo más con alguna opinión circunstancial de algún dirigente regional o provincial. Al ciudadano, al elector vecinal en cada comuna, solo le corresponderá decidir con su voto si acepta o rechaza los nombres propuestos sin más alternativas que las que aparezcan impresas en la papeleta electoral. Así las cosas, estamos frente a un sistema democrático bastante limitado en el que prevalecen las hegemonías de los partidos, que son la minoría, sobre las voluntades de los ciudadanos que somos la mayoría. Dicho de otro modo, más que un sistema democrático, en Chile tenemos un sistema plutocrático que se caracteriza, según el diccionario de la lengua castellana, por ser un sistema de gobierno en el que hay preponderancia de los ricos, que en nuestro caso coincide con los políticos de mayor poder, en el gobierno del Estado.
Desde el ámbito político la situación descrita está siendo muy evidente, y de ello parecen estarse dando cuenta los jóvenes que al no inscribirse en los registros electorales y menos participando en partidos políticos, parecen decirnos que no están dispuestos a participar de una comedia en que el argumento y el libreto lo escribieron otros y lo que es más grave, los roles principales ya fueron asignados a los mismos de siempre. Eso es lo que está ocurriendo con el sistema binominal cada vez que nos toca participar de una elección, sea esta para elegir representantes al Parlamento o para elegir alcaldes y concejales, como ocurrirá en octubre del año próximo. Los partidos políticos ya están comenzando a barajar nombres de posibles candidatos, pero lo grave, para los vecinos y ciudadanos comunes y corrientes como cualquiera de nosotros, es que estos nombres serán decididos por las dirigencias de los partidos políticos en Santiago, a lo más con alguna opinión circunstancial de algún dirigente regional o provincial. Al ciudadano, al elector vecinal en cada comuna, solo le corresponderá decidir con su voto si acepta o rechaza los nombres propuestos sin más alternativas que las que aparezcan impresas en la papeleta electoral. Así las cosas, estamos frente a un sistema democrático bastante limitado en el que prevalecen las hegemonías de los partidos, que son la minoría, sobre las voluntades de los ciudadanos que somos la mayoría. Dicho de otro modo, más que un sistema democrático, en Chile tenemos un sistema plutocrático que se caracteriza, según el diccionario de la lengua castellana, por ser un sistema de gobierno en el que hay preponderancia de los ricos, que en nuestro caso coincide con los políticos de mayor poder, en el gobierno del Estado.

Frente a lo descrito, resulta absurdo a los intereses del país que los partidos políticos aparezcan agravando aún más su credibilidad cuando la ciudadanía los ve enfrentado en fracciones internas, disputándose cargos y cuotas de poder que solo beneficia a sus cúpulas minoritarias y no a la mayoría de los ciudadanos. Le están dando la espalda al país, y los electores les están dado un voto de castigo por omisión al no interesarse en la política y los jóvenes al no concurrir a las elecciones. Estamos entrando en una crisis de participación que si no se resuelve podría tener graves consecuencias para nuestro desarrollo y convivencia futura.

Si queremos cambiar la inercia de lo que ha sucedido hasta ahora no podemos dejarle la iniciativa a nuestros desacreditados partidos políticos, es tiempo que la voz del pueblo se exprese de manera organizada formando movimientos ciudadanos comunales para ejercer gobiernos locales. Es la comuna el lugar natural donde los vecinos podemos con mejores posibilidades ejercer nuestro rol de constructores de la democracia y del desarrollo nacional.
Colaboración de Luis Fernando Méndez Briones
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